Tierra, terrario, territorio.

Gabriela Sacks documenta los residuos tóxicos de una actividad que afecta el paisaje, lo corroe. Muestra lo que es el signo de nuestra época, la contaminación de los recursos naturales, del agua que necesitamos para la vida y el cultivo, provocada por el nuevo extractivismo petrolero. Hace terrarios en los que el petróleo invade el agua.
Operando en varios registros documentales, experimenta, encierra, lleva nuevamente al terreno, para finalmente exhibir una serie de fotos de un misterioso minimalismo. Como una hábil demiurga, provoca una paradoja, la de ver el proceso de una acción depredadora de la naturaleza y perjudicial para la vida, a través de imágenes apacibles y armoniosas.

Claudia Aranovich